Después del final de A la caza de Jack el Destripador que me dejó atónita, mis manos cogieron el segundo libro automáticamente ¡No podía esperar!  Tras descubrir la verdadera identidad de Jack el Destripador nuestros protagonistas fueron convocados a unas pruebas selectivas en la Escuela de Forenses de Bucarest, donde tendrán que viajar inmediatamente. Como no podía de ser de otra forma, su viaje en tren hasta la ciudad fue de todo menos tranquilo. Un asesinato tenía lugar en un vagón antes de llegar a Rumanía. Lo que no sabían nuestros protagonistas es que ese asesinato sería el primero de muchos.

Audrey Rose y Thomas Cresswell se alojarán en el castillo de Bran, el castillo donde se inspira la historia de Bram Stoker. Allí descubrirán la leyenda de Vlad el Empalador y que entre los estudiantes de la escuela está el Príncipe, uno de sus descendientes directos. ¿Será él la leyenda viva del vampiro? El sueño de Audrey Rose y Thomas en esa escuela es pasar las pruebas y convertirse en estudiantes... Pero los asesinatos que suceden les llaman más la atención. ¿Lograrán descubrir quién es el vampiro?

Si el primer libro ya lo había disfrutado muchísimo, con este ha conseguido que la saga se convierta en una de mis favoritas de por vida. Al juntar algunos de mis momentos o relatos históricos favoritos nada puede salir mal. Audrey Rose se ha superado así misma después de lo ocurrido en el primer libro, pero esto no quita que haya pasado por una época de indecisión y tristeza. Pero menos mal que está nuestro querido Thomas Cresswell para guiarla y ayudarla. Y es que bendito Thomas Cresswell, cómo me gusta. 

Por otro lado, el final que nos deja el libro es simplemente apoteósico, va in crescendo cada vez más y no podía dejar de leer ni un solo segundo. El plot twist final me ha dejado loca, la verdad. Pero lo mejor es como acaban hilando el final de este libro con el inicio de la siguiente. Lo que me ha dejado con ganas de todavía más. 

Si Jack El Destripador y Drácula no son suficientes motivos para que leáis esta saga... yo ya no sé que más decir. Pero de verdad de la buena, ¡tenéis que leerla!.