Cuando abras el paracaídas, Defreds.
Hacía mucho tiempo que no leía prosa poética, y hace un par de meses, cuando trabajaba en la biblioteca escolar llegaron una serie de donaciones. Una de ellas fue Cuando abras el paracaídas de Defreds, que se expurgó automáticamente porque ya contábamos con un ejemplar. Nunca había leído al autor hasta ese momento, entonces vi una oportunidad y me lo llevé conmigo a casa.
Si fue una buena decisión o no, eso ya no lo sé. Empecé a leer algunos de los relatos en mis momentos café, y si bien es cierto al principio me pareció una lectura curiosa y vagamente entretenida y emocional, a medida que fui leyendo más se me hizo pesada. Una y otra vez el mismo mensaje, los mismos halagos y reiteraciones. Ni Mr. Wonderful es tan repetitivo.
Puede que mi etapa empalagosa haya pasado, pero la prosa poética de Defreds me ha parecido demasiado cursi. Y digo que me lo ha parecido a mí, porque sé que su público mayoritario es lo que más le gusta de él. Si lo hubiese leído siendo adolescente seguramente me hubiese flipado este libro, pero ahora mismo me parece too much. No obstante, hay algunos relatos que sí que me han parecido conmovedores, y de los que podría sacar alguna cita bonita, pero no es algo que me haya pasado de forma general en todo el libro.
Si alguna de mis lectoras les gusta Defreds, lo siento por mi humilde opinión. No sé si seguiré aventurándome a leer al autor, pero por el momento lo voy a dejar aparcado. Tengo la sensación de que el resto de obras suyas son similares y al final me terminaría cansando. De todas formas, si este es tu tipo de lecturas, me alegra mucho que la disfrutes.
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